domingo, 7 de agosto de 2011

El precio del agua está aumentando en todo el mundo

La factura del agua, como la de la luz y el gas, también sube. El precio medio del agua subió un 4,5% en 2010, hasta los 1,36 euros por metro cúbico, según un informe de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). Y en lo que llevamos de año ya han revisado otra vez sus tarifas 17 capitales de provincia.
Así, un gasto medio de 175 metros cúbicos al año supone una factura de 238 euros de media. No obstante, hay diferencias enormes entre unas regiones y otras: por ejemplo, en Palencia se paga por ese consumo unos 119 euros, frente a los 455 euros de Murcia, explica la organización de consumidores.
Las ciudades que tenían el agua más cara fueron el pasado año Murcia (2,6 euros el metro cúbico), Cádiz (2,19), Alicante (2,16), Las Palmas de Gran Canaria (2,13) y Barcelona (2). Las más baratas fueron Palencia (0,68), Guadalajara (0,78) y Burgos (0,83). Por encima de la media estuvieron Madrid (1,77), Valencia (1,89), Bilbao (1,55) y Sevilla (1,97).
En cualquier caso, el agua es más barata que en muchos países de Europa. Según datos de 2008 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), su precio, que rondaba el valor de Italia o Polonia, costaba cerca de la mitad que en Francia, Reino Unido o Alemania.

El agua siempre ha tenido un precio, desde que las primeras comunidades sedentarias comenzaron a controlar el acceso a manantiales y vertientes estratégicamente ubicados. La creación de ciudades demandó grandes gastos en pozos, acueductos y cisternas. En nuestra era, la expansión urbana, agrícola e industrial ha convertido al agua en algo muy valioso en muchas partes del mundo. De hecho en algunos países, el agua de los vendedores ilegales es más de 100 veces más cara que el agua suministrada por conexión a la red.
El «precio del agua» se define como «el importe global o marginal que pagan los usuarios por todos los servicios relacionados con el agua (por ejemplo, tratamiento de las aguas residuales), incluido el aspecto ambiental».


Fuente: UNESCO.

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